Saber si una persona está teniendo un ataque y diagnosticar el tipo de ataque o síndrome de epilepsia puede ser difícil. Hay muchos trastornos que pueden provocar cambios en el comportamiento y que pueden confundirse con epilepsia. Dado que el tratamiento de convulsiones depende de un diagnóstico preciso, asegurarse de que una persona padece epilepsia y saber de qué tipo, es un primer paso crítico.
La historia clínica y el examen neurológico son la base para el diagnóstico de las convulsiones y, por lo tanto de la epilepsia. Con frecuencia el médico pide una evaluación de laboratorio (pruebas), pero estas se consideran pruebas de diagnóstico adicionales. Los análisis de sangre se utilizan para comprobar su estado de salud general y para detectar cualquier otra afección médica que pueda ser la causa de la epilepsia.
La historia de las características de la enfermedad es el primer paso importante en el diagnóstico. El médico necesita toda la información sobre lo que ocurrió antes, durante y después de sus convulsiones, por lo que probablemente se le preguntará sobre los signos premonitorios y los detalles del ataque (cómo sucedió, duración, sensaciones antes, durante y después del ataque epiléptico). Si no puede dar suficiente información, otras personas que hayan sido testigos del momento del ataque deberán aportar lo que saben.